domingo, 8 de abril de 2018

El renacido Eros


Golpeaban  mis sienes los latidos
por amor y deseo desbordado
sintiendo que el dios Eros, ya olvidado,
presente se encontraba en sus gemidos.

Absorbí de su flor... todo un enjambre
de pétalos cerrados, nunca abiertos
y bebieron de mí, labios sedientos,
libando las esencias... de mi estambre.

Al sellar con el beso mil promesas,
se iluminó su tez de  porcelana,
entreabrió sus columnas de alabastro,

apagué en su cuerpo las pavesas
restantes de mi vida cortesana
y su vientre tomé de nuevo claustro.

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