Siento frío, sí,
tengo la piel caliente
y el corazón helado,
se me acelera el pulso
y trémula la voz
no acierta a pronunciar un nombre.
Sereno el pensamiento
se ofusca con las letras
que la memoria niega,
e intenta remover
al lecho mortuorio, un tiempo
de anhelos y suspiros
Quizá un día despierte de este coma
repuesto de amargura
y borre el epitafio:
“Aquí yace mi mundo ilusionado”
y pueda perdonar sin que me duela.
Quizá,
quizá...
¡Quizás!
se asome el sol a mi ventana.
*
*